UN MODELO DE MALO

Tal vez yo sea el primero de la fila
el preferido de mi equipo de fútbol;
en la orla universitaria se destaca
entre rostros sorprendidos,
la matriz de mis estudios,
la genealogía ilustre del recinto docente
donde aprendí lo que he sido.

Tal vez sea el que mejor lea los versos de Espronceda,
recito de memoria a Esquilo,
Summa cum laude en mi reciente doctorado;
Y lo digo sin orgullo.
Leo en la iglesia, para todos, los consejos de san Pablo.
También comulgo fervoroso en la misa del domingo.
Modelo soy de padre y marido.

O tal vez también sea
el que mejor sonrisa ofrezca a los mendigos
-procuro tenerla bien ensayada-
repartiendo en voz alta el dinero "de bolsillo".
Todos me miran con abierta simpatía,
me abren camino, incluso, recitando su saludo.
"Como él quiero a mis hijos", oigo hablar en corrillo.
Nunca salen de mis labios palabras ofensivas
contra nadie, ni saldrán, de eso estoy bien seguro.

Bla, bla, bla, querido amigo (todos los que quieras)
Pues como este que cito, serán muchos
los que, estando en la lista de los buenos,
egregios y elegidos, hasta "padres de la patria"
protagonizan esa otra historia,
dura, pero real,
que hoy en la prensa has leído.

Y todo, tan engrasado está,
que puede seguir así durante siglos y siglos.