Te irás alocada como esa nube esquiva
sin vergüenza perseguida por vientos aduladores
hasta sentirse muerta reventando en llorosa lluvia...
y te esconderás, amor, en cualquier rincón
de esas calles infinitas, oscuras y malolientes
que sólo acogen los ecos de los pasos somnolientos
y perdidos...
¿huyendo de quién?
hasta aquella rosa recién cortada
que cogí para ti y en tu ojal prendiste
va dejando caer, dormidos, sus primeros pétalos
mientras estos brazos son antorchas todavía.

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domingo, 10 de mayo de 2009
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