Llegaron a mí
como llegan los besos:
aromadas de cariño.
Alfombran nuestra mirada
diseminadas
en espacios inútiles.
Son los mojones plácidos
que asean y fortalecen
nuestra memoria.
Cuando las ves,
marciales en los escaparates
parecen decirte: llévame.
Ellas, están;
sólo quieren eso:
fertilizar su presente interminable.
Su futuro es el olvido.
Cuando te alejes
no llorarán tu ausencia.
Estarán ahí igual que ayer
con su sonrisa turbia y alelada
en posición de espera.
Y pasarán a otras manos,
o, tal vez, dios no lo quiera,
al cubo sórdido de la basura.

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domingo, 10 de mayo de 2009
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