¿DÓNDE VIVES?
“Maestro, ¿dónde vives?
Jesús les dijo: “Venid y lo veréis”
(Evang. S. Juan, 1,38-39)
Yo no vivo
en los ojos de la muerte
en el alma yerta de Caín
en el agua turbia del odio
en las manos del verdugo
ni estoy
en la sima tenebrosa del mar
en los labios del juez corrupto
en el árbol solitario y engreído
en la bolsa que acuna el dinero
no me busques
en la calumnia que oculta su rostro
en las páginas obscenas de un libro
en el brillo afilado de la bala asesina
en los estanques cenagosos y sucios
yo no vivo
en el pozo seco y agrio de la soberbia
en la pez negra y viscosa de la mentira
en la piedra que nació para no oír ni ver
en la ventana que rehúye las presencias
ni estoy
en la torre de marfil de la soledad estéril
en la flor que perdió el abrazo de su tallo
en las alas cortas que tiene la voz del eco
en el vuelo del ave que no conoce su ruta
no me busques
en las canciones que te llaman a la guerra
en hogares donde la infancia es corrompida
en los que se dicen y no son mis sacerdotes
en la lengua bífida y taimada de la serpiente
yo no vivo
en los bosques que no abren su cuerpo al sol
en el fuego que traiciona su origen de sagrado
en el veneno silencioso y alargado de la codicia
en el viento que abre de modo militar tu puerta
ni estoy
en el reloj que no atrapa sus tiempos angulares
en la sombra estéril que nos acecha sin descanso
en tu caída cuando permaneces en la equivocación
en el agua estancada temerosa de seguir su destino
no me busques
en el hilo débil y quebradizo de la riqueza fulgurante
en el corazón de los padres que reniegan de sus hijos
en los balcones de los pechos donde mi imagen pende
en el centro de tu alma cuando has abandonado la Luz
“Maestro, ¿dónde vives?
Jesús les dijo: “Venid y lo veréis”
(Evang. S. Juan, 1,38-39)
Yo no vivo
en los ojos de la muerte
en el alma yerta de Caín
en el agua turbia del odio
en las manos del verdugo
ni estoy
en la sima tenebrosa del mar
en los labios del juez corrupto
en el árbol solitario y engreído
en la bolsa que acuna el dinero
no me busques
en la calumnia que oculta su rostro
en las páginas obscenas de un libro
en el brillo afilado de la bala asesina
en los estanques cenagosos y sucios
yo no vivo
en el pozo seco y agrio de la soberbia
en la pez negra y viscosa de la mentira
en la piedra que nació para no oír ni ver
en la ventana que rehúye las presencias
ni estoy
en la torre de marfil de la soledad estéril
en la flor que perdió el abrazo de su tallo
en las alas cortas que tiene la voz del eco
en el vuelo del ave que no conoce su ruta
no me busques
en las canciones que te llaman a la guerra
en hogares donde la infancia es corrompida
en los que se dicen y no son mis sacerdotes
en la lengua bífida y taimada de la serpiente
yo no vivo
en los bosques que no abren su cuerpo al sol
en el fuego que traiciona su origen de sagrado
en el veneno silencioso y alargado de la codicia
en el viento que abre de modo militar tu puerta
ni estoy
en el reloj que no atrapa sus tiempos angulares
en la sombra estéril que nos acecha sin descanso
en tu caída cuando permaneces en la equivocación
en el agua estancada temerosa de seguir su destino
no me busques
en el hilo débil y quebradizo de la riqueza fulgurante
en el corazón de los padres que reniegan de sus hijos
en los balcones de los pechos donde mi imagen pende
en el centro de tu alma cuando has abandonado la Luz
No hay comentarios:
Publicar un comentario