VERSO LIBRE

VERSO LIBRE

miércoles, 29 de julio de 2009

VIVIR Y MORIR QUIERO


Vivir quiero
en lo alto
de lo más alto
amor
donde nada vuela
ni se mueve,
junto a ti

y morir
en el lecho febril
de la cima de las olas
amor
cuando explotan su cansancio
sobre el pecho de la arena,
junto a ti

vivir quiero
atrapado en la seda pegajosa
de esa niebla fantasmal
amor
con rostro y tacto huidizo
que la visión me oculta,
junto a ti

y morir
en ese lugar del bosque
olvidado y sombrío
amor
donde el sol
admite su impotencia,
junto a ti

vivir quiero
dejándome llevar
alambrado en la corriente
amor
desnuda y seductora
que hasta la mar me empuja,
junto a ti

y morir
en lo más profundo
de lo profundo
amor
donde la luz
no tiene ningún camino,
junto a ti

jueves, 18 de junio de 2009

ÁRBOL




aún hoy
tu compromiso con la altura,
la misma ilusión por el vuelo
igual que una cometa
desorientada
en mis ojos de niño ya lejano
pero tan cerca…

faro para el viento tu cima
nudo
nido
templo de nuestros dioses necesarios
caricia para el agua sedosa
huidiza
abrigo también
hospital umbroso de las sombras
alcoba de secretos para amantes

y algo más

tu pie
preso entre surcos leñosos
laberínticos
como ríos enfermos y sedientos
de luz
en busca de un mar desconocido
por la red profunda de la tierra

desde siempre

brújula en los juegos de los niños
y mayores
castillo de cien mil moradas
regalo sin ataduras
ni puertas ni llaves protectoras
en sus celdas
abiertas al canto incomprensible
ameno y sutil de los pájaros

también

descanso y solaz de las aves
en tus despeinadas y temblorosas sienes,
oreado balcón
para la lánguida delgadez de esas hojas
hasta su muerte juntas entre sí
en callado abatimiento

y

qué limpio tu latido vertical
firme y seguro
con la huella del musgo en tu cintura
el verdor explosivo de tu cima
única razón de tu presencia

árbol

paleta multicolor y pulso
de las estaciones varias:

la agreste primavera
con su luminosa pedrería floral
y Cupido en el acecho
desnudo y complaciente

el agotador verano
gaviotas, bronce y sol
con sus ojos libres de vergüenza
que tu yelmo frondoso nos alivia

después la debilidad del otoño
amaneceres y ocasos desvaídos
el adiós en la luz del paisaje
el ocre con sus mejores tonos

y ya la mirada pálida del invierno
con su impúdica desnudez
en la fría diana
de tus sarmientos descarnados

tal vez

puerta de un encuentro próximo
definitivo ojalá
casi eterno con la vida
(imposible el sueño sin futuro)
junto a tus brazos implorantes
y el parloteo de las hojas
con sus nodrizas ramas
en el mismo límite
de tu frontera con el cielo

sábado, 30 de mayo de 2009

¡CÓMO ME GUSTAS...!



cuando me das los buenos días, aún sin vestirte

cuando abres para mí la luz de tus ojos
recién levantada

cuando curvas despacio tu cuerpo para sentarte

cuando te agachas, atrapada en tu falda
mostrando prietos los bucles de tus rodillas

cuando te vuelves al desnudarte

cuando tu pecho oprimido y transparente
desea liberarse de ti mientras caminas

cuando elevas inconsciente tus brazos
para cintar tu pelo molesto con el viento

cuando en susurro me dices “qué haces”
y te dejas hacer

cuando mirándome dulcemente
me dices “quita esas manos”

cuando acostados los dos
me hablas de tus cosas

cuando te rindes a mi insistencia
y mis labios están a punto de alcanzarte

cuando la cremallera que modela tu espalda
necesita de mi ayuda

cuando tus dedos afilados y níveos
se adormecen trenzados en los míos

cuando tu cuerpo, en mi lecho dormido
lo abrazo yo, aún despierto

jueves, 28 de mayo de 2009

ASÍ, COMO SIN GANAS


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El sol sale sin prisa
-lo habrás notado-
y así también
de igual manera
va dejando su aliento
trecho a trecho
durante el día
llenando de vida todo

así, como sin ganas.

También así
de igual manera
al acostarse
abre las sábanas
como si no quisiera
-lo habrás notado-
en ellas recogerse
apagando las luces
así, como sin ganas.

miércoles, 27 de mayo de 2009

INSTANTES


(para entregar a Mario Benedetti)----

Taciturna y monótona
la hebra pálida de la lluvia
da sus últimos pasos.
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Un riachuelo adormecido
deshilado y estéril
repta por la tierra yerma.
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El sueño infinito de mi gata
me distrae;
baja alguien las escaleras.
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Desde ayer sin mi paloma.
¿En que calle del cielo
se habrá perdido?
-----
El caballo, en la carrera
rompió una de sus manos.
“Pegále el tiro” -dijo el señorito.
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Envidio a los pájaros
en su vuelo desordenado;
ramas de un bosque imaginario.
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Prisionero en tus muslos
adolescentes. Halcón
en el manantial de tus senos.
----
Se estremece el árbol
peleando con el viento;
su camino es distinto al mío.
-----
Atardece.
El descanso de la luz
ennoblece el paisaje.

Las sombras se ocultan
tras los cristales opacos del día.
Cierro todas mis puertas.

viernes, 15 de mayo de 2009

¿ME ACOMPAÑAS?


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Yo que tú
sin pensarlo
me quitaría la tristeza de los ojos
así
sin gafas
me vestiría de blanco de arriba abajo
el lino y la seda te sientan bien

te recomiendo la sexta de Beethoven
pero hay muchas más

acudiría a plazas rebosadas de gentes
de todas las edades

también buscaría alas
sí, sí,
alas de las de verdad
para volar no importa dónde
volar tal vez
a las oquedades de esos valles inquietos y profundos

entraría en una iglesia a esas horas de intimar

mira que no te hablo de árboles ni de pájaros

de la calle me alejaría

de los cafés de conversaciones tediosas

vendrías conmigo
a lo más alto de la torre de un campanario
¿a que te gustaría abrazar el viento entre tus manos?

siempre descalzo caminaría
sobre la piel rugosa y vetusta de los montes

llamaría a la lluvia
para acostarme desnudo en el telar de sus racimos
así
quietecito
oyendo su mensaje
y cubrirme de tierra húmeda
recién empapada y purísima

la palabra la guardaría de momento

me gustaría detener todos los péndulos
¡pasa el tiempo tan deprisa!

juntaría todos los caminos
y los ríos que no he visto
sólo para sentirlos juntos a mí

tampoco te hablo del mar
no abarco su grandeza

después estaría solo un buen rato –indefinido-
llenándome de Nada
hasta vaciarme

¿me acompañas?

VACÍO ESTÁ MI PALOMAR


a mi gata Tirsa

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Vacío está mi palomar:
volaron las últimas alas
que le daban calor y vida.
Se han adueñado de él
para quedarse
el viento
la soledad
el frío que hiela el alma

sólo soy noche oscura
silencio
nada más

nadie me espera
tampoco nada espero

seguiré hablando
llorando
muriendo solo
en este hospicio
vacío de amor

hasta que alguien
no sé quién
coja mi mano
y me acerque a ti

de nuevo a tus ojos

domingo, 10 de mayo de 2009

LA POCA VIDA QUE ME DEJAS ES TUYA


(Para mi amiga Luz, que tendrá para siempre un puesto en mi corazón)

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En mis manos débiles ya descansa
el temor náufrago de tus ojos,
la rotura definitiva de tu pulso
y el rumor quebrado de tu corazón herido.

En mis rodillas quedó tu latido enamorado y último
que para mí guardaste.
Después, fue mío todo el dolor.
Voló de este tronco para siempre la alegría
a enramarse en otros bucles sin raíces
y sin ritmos temporales, pues me la robaste toda.

Mis manos extenderán sobre tu cuerpo
tantas veces acariciado,
poco a poco,
la tierra cálida de mi pequeño jardín
recién abierta por la lluvia.

Despertaré y alimentaré a los pájaros
para que acunen de continuo tu silencio
con la salmodia celeste de sus cantos.
No te faltará el roce umbroso de sus vuelos,
ni habrá ya pasos que distraigan tu mirada.

La poca vida que me dejas es tuya,
pues la he dejado atada en el recuerdo:
la amorosa Luz de tus pupilas,
la enroscada presa en mi regazo,
el temblor tensado en cada ausencia.

Qué corto fue, mi amor,
el placer del tiempo compartido,
Y qué largo el río que, obediente,
de nuevo me lleva hasta tu encuentro.

PORQUE LA VIDA ES ESO


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La vida es eso, amor,
un ramillete de flores frescas
recién nacidas
que te ofrecen ese día primero
que te da la luz,
para cazar con ellas en la red de tu cometa,
mariposas, pájaros, besos, soles, lluvias…,
creyendo que te darán siempre los buenos días
cada día que amanece.

Pero no.

Esas flores, verás
cómo empiezan,
cada vez más tristes,
a mirar la tierra que dejaron
olvidando su color y lozanía,
e irán cayendo, presurosas,
pétalo a pétalo, de tus manos inseguras
hasta encerrarse en el humus que las cubra.

Igual tú,
sentirás crecer desenramadas
las arrugas en el árbol de tu rostro,
fluir -como disciplinadas hormigas-
el frío entre tus venas;
en los ojos hospedarse
el quejumbroso musgo…;
tu espalda recordará,
encorvada, los años vividos,

y aceptarás, obediente,
iniciar el camino sin retorno
a ese silo sin fondo que alimenta la noche,
madre ahora de tu largo sueño, sellado
con el brazo pétreo del silencio.


MIS TEMORES


la carretera
los desiertos
la falta de Dios
el mar enfadado
el vuelo en avión
la ciudad desierta
la traición del beso
el odio en la sonrisa
la pus del envidioso
la reja de un presidio
el viento sin gobierno
el adiós de la memoria
el desliz de una lágrima
el triunfo de la tormenta
la prostitución (sin más)
el viacrucis del abandono
la impotencia del anciano
el placer poseso del fuego
el toro empujado a la arena
el paso de la muerte cercana
la rama a punto de quebrarse
“el rey” encerrado en su mate
los niños jugando a esconderse
la luz macilenta en un quirófano
el miedo en los ojos de un animal
el cómico sin el aliento del público
la escuela entendida como hostal

el camino desorientado de las grietas
la agonía dolorosa de nuestro mundo
la angustia del niño que no va a nacer
el cimiento hormigonado de la mentira
CADA MAÑANA

cada mañana

toda la luz
ofrecida plena
en mis ojos

cuando te veo salir;

sol encendido
agua despeñada
portón de emociones
abiertas

tu cintura;

mientras avanzas
desabrochada
igual que una diosa
perdida
tecleando el asfalto

te siento volar

acercándote;

llama encendida
cada paso
que dibuja

trazando alas

tu cuerpo cimbreante
caliente y joven
hambriento
de tenerlo en mi boca

igual que el pan;

llegas a mi orilla
ladeando tu cabeza
iniciando una sonrisa
sin detenerte;

¿por qué este calor?

así

hoy como ayer
lleno de ti
vacío también
hace ya muchos días
desde mi ventana

quemándome
TRISTE TE VEO, Y SOLA
(versos pentasílabos)


Mujer sin nombre
te veo triste
como flor seca
sola y sin besos

en tu ventana
sin voz de pájaros
sola te escucho
cantando al aire

sin manantial
que el paso alumbre
del caminante
seguirás sola

ya siempre sola
con tu dolor
aunque a la Luna
de asiento cambies

esperas sola
junto al brocal
del pozo ciego
seco y profundo

mi reina fuiste
de la colmena
¿qué de tu miel
que pruebas sola?

¿y así hasta cuándo
mirando nubes
buscando el eco
de tus palabras

que vuelan solas?
TODO
…para quien yo sé

en tus manos
el calor
la ternura
todo

en tus brazos
la pasión
el abrigo
todo

en tus ojos
el amor
la dulzura
todo

en tus labios
la canción
el cortejo
todo

en tus brazos
en tus manos
en tus ojos
y en tus labios

todo

LAS COSAS

Llegaron a mí
como llegan los besos:
aromadas de cariño.

Alfombran nuestra mirada
diseminadas
en espacios inútiles.

Son los mojones plácidos
que asean y fortalecen
nuestra memoria.

Cuando las ves,
marciales en los escaparates
parecen decirte: llévame.

Ellas, están;
sólo quieren eso:
fertilizar su presente interminable.

Su futuro es el olvido.
Cuando te alejes
no llorarán tu ausencia.

Estarán ahí igual que ayer
con su sonrisa turbia y alelada
en posición de espera.

Y pasarán a otras manos,
o, tal vez, dios no lo quiera,
al cubo sórdido de la basura.

RAPTO DE EUROPA

Fue en aquellos tiempos
cuando la luz aún no se fijaba impresa
sobre la piel cansada del pergamino
dejando la poesía
para siempre atenta en nuestros ojos.

Uno de esos días sin historia
sólo escrito en el libro de Mnemósine
el Mediterráneo liberó tu cuerpo, Europa
y en sus aguas navegaste, abrazada a Zeus
de toro amable disfrazado,

hasta llegar a Creta, donde fuiste poseída.
Allí se colmó de vida tu vientre
la tierra dejó crecer al olivo humilde
y los dioses nos cedieron la palabra.

LLUVIA, RÍO, MUERTE...

…llegas hablando
desde el océano del aire
descuidada en tu paso
solemne y limpia
hasta vaciarte en la tierra
hambrienta de ti:
la habitas con pasión carnal
y entre sus muslos te duermes…

….para brotar de nuevo,
manantial azul,
fuente loca y sin rumbo
buscando ese brazo que domine
tu prisa por marchar, crecer,
morir,
sin saber dónde…

A VECES PIENSO

A veces pienso
que he nacido para callar:

como el caballo derrotado
abrasado en el cansancio
después de una carrera galopante
sin el premio a su esfuerzo;

o como el perro sumiso
castigado por la vesania de su amo
y abandonado, después,
en uno de esos fríos y largos caminos
donde lo acoge la muerte;

o, tal vez,
parecido a ese tronco
partido en su soberbia por el viento
y dejado ahí,
sin nombre, escupido en la tierra.

A veces pienso
que he nacido para sufrir:

como esa ave migratoria
que perdió su rumbo
alejada del aliento de los suyos
y se duerme
desplomada en el vacío;

o como ese toro gallardo
cebado para la más cruel pelea
desigual y trágica
donde la tortura tiene su sede
con el nombre macabro de “fiesta”.

A veces pienso
que he nacido para amar,

pero no encuentro los brazos
ni los labios
ni los ojos
que me abracen
que me besen
que me miren…

A veces pienso
-mientras camino-
que no sé por qué
ni para qué
ni para quién vivo.

NUNCA ME HAS AMADO

Mi castillo, habitado antes
de luminosas palabras de amor
está ahora desarmado y frío.

Cayeron todas (las palabras)
desde su alta almena
al foso hambriento del desafecto.

Y yo
que fui linterna de tus ojos
cayado marfileño en tus dudas

asiento de tus esperanzas
deshojando cada uno de los días
oliendo tu cuerpo

perfumándolo con mis besos…,
soy ahora una ventana cerrada
al paisaje de la vida.

Rompiste la rama frágil
que descansaba mi vuelo,
para alejarme, perdido, de ti.

Te pertenece, quédatelo,
todo lo demás: el halago,
la ambición y la mentira.

Ocupado estoy
dispersando las volutas últimas
de aquellos fuegos fatuos

macabras sombras chinescas
que encendiste en mi corazón
llenándolo de dudas.

Mientras te vas alejando sola,
altiva, sin volver tu rostro,
pienso: ¿Cuándo me has amado?

ESTA LUZ BREVE QUE ME ACOMPAÑA

El paso torpe de la tarde, como un delfín de ajedrez
se acerca hasta nuestras celdas enrocado en su suicidio.

Esta luz breve que me acompaña se va yendo sumisa
al cuenco profundo y oscuro de la noche.

Primero son los pájaros los que esconden sus colores.
Cierran la puerta, después, los árboles a sus sombras.

Los ojos del día, ya cansados, se entornan
vacíos y derrotados escondidos en sus cofres.

Todo se guarda y oculta en el pecho de la memoria,
y detenidas en sus senos las olas de las palabras.

Apenas transeúntes en la arquitectura de las calles.
La torre de una iglesia recuerda la muda de las horas.

Abre el silencio su camino, crecida ya la penumbra,
oreando los goznes de la vida con su manto protector.

Antes de dormirme seducido en el lecho de Morfeo,
ofrezco a Dios -igual que ayer- mi última mirada.

BRIZNAS DE FELICIDAD

Hoy he visto nacer el sol
de nuevo
apoderándose de todo
con sus fuertes brazos.

Las ramas
con sus sensuales labios
musitan palabras
de bienvenida:
el viento las ayuda.

Mis tres gatas
Tirsa, Chispa y Luz
ocupan sus posiciones
a prudente distancia
y adormecen de paz
el pequeño jardín.

Esas pequeñas cosas
que con nosotros viven
calladas: porcelanas,
miniaturas y cuadros,
me esperan incansables
donde siempre;
en el árbol del silencio
la belleza madura.

El teléfono
lleva tiempo sin refunfuñar
-pienso- mientras
le quito el polvo.
La paz crece en los senos
sellados de su celda.

Siempre un libro en mis manos
y un árbol frente a mis ojos.
Y el mar.
Tan cerca siempre de mí
vienen y van las olas
fieles en su camino.

Blancos y limpios,
aún inseguros, los jazmines
empiezan a asomarse,
entregándose a la muerte
pálidos y solitarios
en sus primeros pasos.

Tejiendo nudos en el aire,
sobresaltados y confusos
cantando piden los pájaros
su comida
en el umbral de mi aposento.

Así nos llega la felicidad:
mirando de frente,
posándose sobre las briznas
de la luz de cada día
para que tú la veas,
y la poseas también.
COSAS DE LA VIDA

vivir es preguntar
el árbol me enamora
¿quién abre mis ojos?
donde haya odio, lávalo
olvidamos lo importante
buenos días, hermana Luz
yo te perdono. ¿Y tú a mí?
cuando vuelo estoy dormido
cuando sueño estoy despierto
donde yo llamo no vive nadie
donde hay amor pon más amor
si hay tristeza, no sonrías: cúrala
el incienso es sólo para los dioses
cuando pasees mira a tu alrededor
sé que es difícil: disfruta tu soledad
cuando oculten tus palabras di gracias
me sobra casi todo: pues lo tienes todo
ya se han reconciliado: duermen juntos
te aseas todos los días, sí. ¿Y el corazón?
si te dicen ”ven”, ve con las manos llenas
de los vanidosos desconfía: tú les estorbas
si quieres a los animales, me gustas tú a mí
no sé dónde guardar mis diplomas. ¿Los tiro?
vivimos con distintas “caras”: ¿cuál me pongo?
la noche es manantial de silencios: no alborotes
cuando te sientas importante mírate en el espejo
¿de verdad te escondes del viento y de la lluvia?
abre tus brazos y di: “Ven hasta mí”. Te ayudará
si no sabes amar, formas parte de la gran mayoría

ALZHEIMER

¿Has visto cómo la luz se deshace sumisa
poco a poco
en la niebla amable de la tarde
y cae después, agotada y desnuda
en el silo sin fondo de la noche?

Así me fui alejando del hogar de mi pasado
como si las ramas del árbol donde habito
alguien las hubiera volteado al aire
llevándose todos sus moradores
y entregar, después, sus hojas indefensas
a la infinita pradera del espacio
condenadas a vivir sin albedrío.

Sólo mi cuerpo se quedó aquí
cosido al silencio,
embozado en sus raíces muertas
como un muñeco desahuciado y roto,
sin ninguna identidad.
Mi alrededor lo siento todo apagado
yerto igual que la estéril ceniza
entre los muros agrietados del olvido.
Sigo llorando al recordar
cómo tu mano se desabrochaba de la mía
con obligada lentitud
hasta verla desaparecer en otras luces envolventes.
Ahora los pasos y las voces
se acercan trotando hasta el límite de mi conciencia
pareciendo pequeños tambores desentonados.
La aguja que tejía mi presencia entre vosotros
quedó suspendida en un latido indefenso.

No sé en qué brazos descansan
mis recuerdos de ayer, cuarteados e inseguros.
Igual que el humo trepador
se esconde y adormece entre las grietas del aire,
me pregunto dónde se han encaramado
las ramas que en su vendaje boscoso los ocultan.

¿Por qué no puedo ya viajar
desde esta pequeña y frágil almena de mi silla
hasta ese telar blanco de la infancia
donde mariposas azules lo cultivaban,
recuperarlo
y compartirlo con los demás
hilvanados los hilos perdidos de mi memoria?

Acércate
oh mar desbocado y sudoroso,
desovilla, si puedes, este sudario
que cubre los ojos silentes de mi alma
tendidos en esa línea difusa del horizonte
donde se acuestan los sueños,
y alienta con tus fuertes brazos
el regreso de esa paloma blanca
que guarda mis recuerdos, y que aún aletea,
para que me amortajes con ellos
y entre tus senos, después, vacíame.

DONDE MUERE LA MEMORIA

Lo decidí al levantarme:

Hoy quemaré mis estampas
dibujos y cromos infantiles,
aún con sus últimos hilos cromáticos,
cansados de enfocar siempre
los mismos rincones lejanos de mi vida.

Junto a ellos, las esquelas,
abrochadas con sobrias cintas negras
que muestran los perfiles reverentes
de aquellos que se fueron de nosotros
escondidas con humildad franciscana
entre las páginas de un viejo devocionario.

Luego los vetustos álbumes,
minuciosamente clasificados
en estancos cronológicos
que guardan historias con olor de perfume agreste,
hoy ya con el abrazo amable del otoño,
anudadas en el buqué de la memoria.

Todas han ido al fuego hambriento
recién encendido, en este frío invernal.
Espero,
mientras lo veo todo arder despacio.
También la caja de cartón que las guardaba
se deshace avergonzada entre las llamas.

Cartas y más cartas, aprisionadas y dormidas,
supuran sobre su piel
las huellas del largo y oscuro encierro,
y piden de mi mano el adiós definitivo.
No quise darles la oportunidad de una segunda lectura,
ni ellas me lo pidieron.
Mientras el humo se eleva taciturno
siento escuchar
en el corazón de la danza encendida
el lamento entrecortado de sus voces.

¡Por dios!
Cuántos años he perdido
en aliviarme de estas miradas del tiempo.
Un desasosiego recorre los lomos desnudos
de los libros de mi cuidada biblioteca:
presienten su momento.

Abro la ventana.
El viento, con su brazo frío y poderoso
flagela mi habitación
y la desnuda de los recuerdos últimos.

No sabía qué hacer con ellos.
Ahora me encuentro tenso y vacío
como un árbol recién talado desde su pie
en medio de un solemne silencio.
El frío se adentra en las venas del paisaje.
Pienso: he andado ya mi camino.

Y no deseo volver.

NOVIEMBRE

A mi queridísimo Thao, que me acompañó fielmente
hasta que una maldita enfermedad felina le robó poco
a poco el deseo de vivir. Espérame.




hay cansancio en los ojos de la luz

unas finas hebras de sol descansan
resbalándose
sobre unos derruidos muros blancos

dorados y tibios tornasoles
descubren las arrugas y grietas del paisaje
aún hermoso en su fragilidad otoñal

estáis ahí -ante nosotros-
como un museo desalmado al aire libre:
desafiantes y enlutadas montañas,
árboles descarnados y somnolientos
recogidos en oración,
caminos vencidos por el silencio…

las ramas parecen cometas perdidas en el aire
vacías de sueños y de habitantes;
las hojas, abandonadas y desnudas
se esconden abrazadas entre sí,
tropezándose, huyendo ruborizadas

el viento planea inquieto
ululando prepotente sobre tejados y ventanas
rearmado de nuevo para el combate
del inmediato invierno

los pájaros se sienten extraños
y se alejan presurosos en enlutadas bandadas
abriendo caminos en el cielo hacia no sé dónde

llega la lluvia generosa en trémulo soliloquio
hasta las ubres secas de la tierra
que la traspasa y humedece

la melancolía viste sus mejores galas
en tonos rosas y amarillos

todo es quietud

un desmotivado color gris
con olor de tiempo huido
lloroso igual que una despedida
invita a todo el bosque humano
a encerrarse en sus marfileñas torres
ocupado ahora en ovillar silencioso
el paso mortecino de los días
mientras se encienden los primeros fuegos
que ahuyenten sus fríos interiores

la edad grave repasa en su memoria
la brevedad de lo vivido
la fragilidad de los placeres
y desnudez de la Fortuna;
y siente aparecer tras su ventana
la presencia aún difusa del Visitante
que vendrá a recogerle en su despedida

sin embargo, porque es eterna,
la vida sigue macerando en sus entrañas
una nueva sinfonía
en su lagar profundo y bullicioso
ajena a mis latidos y a los tuyos

nosotros apenas somos unas horas
una muesca sólo
en esta enorme rueda desdentada
que gira y gira sin mirarnos:
nada

MUJER CON GAFAS

En esos ojos sedientos
casi vacíos de tanto mirar
te veo hoy
en el primer brote del amanecer
inventando fuentes
flores nuevas y playas distintas
palabras sin estrenar
para alojarlas en el templo
donde las musas moran
y conversan familiarmente contigo

Enramada te veo, mujer,
en esos árboles altos
como flechas asténicas
empujadas a la luz
donde refulgen cristales poliédricos
que juegan con el sol
esparciendo entre sus ramas
una lluvia de infinitos colores
-tus versos-
en alegre desbandada:
estrellas altivas del bosque
que reniegan del anochecer.
Apoyando sumisos los ojos
en tus gafas de carey
te veo atrapada en tu torre de marfil
ovillando unos versos aún sin nacer
desmigándolos tu corazón
-vientre fértil del silencio-
hasta verlos madurar
y nacer ya bordados
en la red tupida del poema
que los llevará acunados
al cálido asilo de todos tus lectores
SÓLO POR TI

Sólo
por ti
para ti
escribiré estos versos
mordiendo el silencio
que me anuda
con lazo fuerte

dejándolos salir
danzar
en este pliego blanco
desbocarse
sin rubor
emocionados
que lloren
canten
o
píen
como los pájaros

quiero
que vayan
brincando
igual que niños
o
niñas
rama a rama
hasta lo alto
de tu frondoso árbol
recogiendo el fruto
en sazón
completo
de aventuras
colores
luz quiero decir
amor también…

y
anidar
tu cuarto poético
quedarme
así
habitando
tu mágico mundo
desnudo
olvidado
ya
yo
de otros intereses
como
si de un limbo
se tratara

porque

tu voz lírica
nacida
alimentada
en las calles
hambrientas
de la tierra

me quema
abrasa
y
quiero
(déjame)
incendiarme
volver al aire
insumiso
abrazado
entre tus llamas

IGUAL QUE AYER

Me despierto y digo: “un nuevo día”.
Los pájaros madrugan más que yo,
sobre todo dos enlutados mirlos.
No sé si sabrás que los árboles no duermen.
Empiezo con el rito del afeitado;
desde que me pellizqué odio la eléctrica.
Nadie me llama a tomar el desayuno.
En un tazón lleno de pan, café con leche.
“Hola”, digo antes a mi gato y a mis tres gatas
-Tirsa, Chispa, Luz y Thao-
que runrunean esperando su primera comida.
Después de esto voy a mi tazón
y la cuchara me ayuda a desayunarme.
Como casi todos, mientras, escucho la radio,
sí, para saber lo que pasó ayer
La prensa, todavía no.
Si tengo tiempo
en mi pequeño jardín lleno los comederos
de mis gorriones.
Bueno, míos no. Los gorriones, te digo,
aunque sé que lo sabes, no quieren dueño.
Lo lavaré todo más tarde.
A ver, a ver… No sé si me falta algo.
Siempre se me olvida el móvil.
Cojo las llaves para… ¿adivinas?
Ha llovido.
Entro en mi pequeño coche.
“Lávame, marica”,
alguien ha escrito sobre el capó.
Igual que ayer voy a la escuela.
Soy un viejo, pero feliz maestro,
y los niños aguardan mi presencia;
chsss, ellos desean verme.
Ahora son las nueve quince horas
FIN DE FIESTA

Se van quedando las sillas vacías
frías
como un templo desnudo
de rezos

la música se recoge
en los hogares opacos
del silencio

no sé dónde

y
los pasos
las voces
las miradas
y

todo

como un cóctel armonioso
antes

ahora
se rompe
y
abraza
nervioso
en los brazos de la calle
detenida
por el cansancio
sin apenas luz
que nos/me acoge
y acompaña

¿entro?
me pregunto desganado
apenas llego a mi casa

¿ceno?

quiero hablar con alguien
cojo el teléfono
no
enciendo la televisión

la apago

espero
LETANÍAS AL AMOR


embriágame
en la miel de tus ojos

en tu cintura ovillado
apriétame

abrázame
por deshacer tus dudas

cuando tu ventana abras
llámame

abrásame
cuando esté dentro de ti

con el nudo de tus besos
átame

moriré
envejeciendo en tu álbum

en la pirámide de tu llama
enciérrame

anidaré
en el ramaje alado de tu pelo

en el estanque de mi lecho azul
sumérgete

plántame
en un rincón selecto de tu jardín

en la hebra dulce de tus palabras
llévame

enfádame
cuando con despechos te insinúas

cuando el amor nos invite al placer
desnúdame

guárdame
en el mapa de tus recuerdos amables

cuando mis cartas de nuevo te habiten
contéstame

condúceme
por los meandros de tu cuerpo ondulado

en esas noches donde nuestro amor no crece
sonríeme

mírame
cuando abrigues mis dos manos entre las tuyas

cuando el corazón en tu pecho golpeando galope
ábreme

DESPUÉS DE LA BATALLA

Si callados los desfiles
que nos llevaron
a la última batalla
ya perdida…

si al llegar la derrota
que desnudó de luz
nuestros ojos
y dejó
los cuerpos rotos
olvidados
aún
en los contenedores
del olvido…

si después del susurro
desconfiado
y tembloroso
de las oraciones
que brotaban
frías
a la frontera de los labios
escondida la mirada…

si

tras

el silencio

no queda nada
más
que
las mismas preguntas
las vuestras
danzando
como cometas
en el cielo gaseoso
de las dudas

no queda nada
más
que
el color de la muerte
y la sonrisa nauseabunda
que el viento os lleva…

no queda nada
más
que
el volcán humeante
de las armas sin dueño
tributadas a Marte…

¿qué haréis
con las cenizas
que decís
no lo sé
son las nuestras
dormidas
en hornacina de plata?

y la vieja bandera
de juramentos
tejida
que galopó
orgullosa
en primera línea

la que besamos todos
y nos llevó a la lucha

¿adónde señala
ahora
en el suelo
arrastrándose en la tierra
abrazada a su mástil?

a la nada



sólo a la nada
LIBERTAD

He apurado tu seductor veneno
He sido calumniado por seguirte
He citado las cosas por su nombre
He vuelto la vista: te siguen pocos
He sido tentado para abandonarte
He caminado obediente de tu mano
He apartado las noches de tu camino
He vivido feliz con el frío y la soledad
He mirado al cielo para medir tu altura
He sabido que tu hermana es la Justicia
He dado cobijo y alimento a tus palomas
He envidiado la grandeza sumisa del mar
He compartido la estera donde te sientas
He traicionado alguna vez mi compromiso
He pedido al viento que señale tu sendero
He gritado tu nombre desde las altas cimas
He dicho a la lluvia: ¿eres libre en tu caída?
He pensado: dos amigos, o uno, son suficiente
He tirado todas las llaves que me apartan de ti
He dicho a los jóvenes: Tenedla por compañera
He comprobado que eres un regalo de los dioses
He admirado tu gallardía en la belleza del ciprés
He grabado tu nombre en el corazón de los niños
He preguntado a las estrellas dónde tienes tu morada
He esculpido tu nombre, también, en todas las plazas
He leído tus mensajes en el rumor doliente de los ríos
He preguntado a un necio por ti: “¿Quién es?”, me dijo
He aprendido a vivir y a sufrir en tu tienda de campaña

DESCONCIERTO EN EL AIRE

(Monólogo con el Viento)

Lo sé:
naciste para ser libre
pues no hay brazo que te atrape
ni pincel que detenga tu aliento.
Tampoco goznes
riendas
bocado
que a la obediencia te llamen.

Oculto estás tras esa malla sedosa
de infinitos pliegues que abanican nuestro rostro,
desfilas autoritario por la ancha frente del espacio
escudriñando todas las calles del mundo
hasta que, igual que el humo
agotado
te conviertes en moneda volátil
sin peso, desnudo en el vacío.

Castigado como Caín a huir sin descanso
corres desbocado con la fusta azotándonos
y nos empujas, Eolo, a escondernos de ti.
Todo lo que tocas lo deshabitas
despertándolo con el susto de tu mirada.

¿Quién abre la puerta que te despeña sobre el mundo?
Pasas sobre/entre nosotros sin ser parte nuestra
despojado de asideros, -pues la materia te repele-
reflejándote en la misma frontera de los cuerpos.

Qué hermoso sería
ceñido en tu espiral atormentada
escuchar tu ulular lastimero desde el vientre oceánico del cielo
o desde el punto angular de la cima más alta
recibirte y besarte como una ofrenda núbil…

A las nubes pastoreas, Céfiro,
hasta esos lugares de nuestros campos yermos
para alimentarlos bondadoso con el grano sementero de la lluvia.
Conduces a la paloma arropada en tus vendajes
orientando sus viajes mensajeros.

Te gusta voltear el esbelto torso de las ramas
provocando su quejido
o convocar todo también
a la alegría obligada de la danza alocada y febril
que tu paso le dicta.

Tropiezas,
rastreas con tus pezuñas de terciopelo
el rostro viejo de la tierra tapizado de hierbas y flores,
libándolo con la ternura de la abeja,
susurrante y cariñoso…

¿Hasta cuándo el oleaje
torbellino
vértigo
danza invisible
sin freno con que nos encadenas?
No lo ves
pero muchas veces deseamos decirte:
detén tu paso

porque necesitamos –apartados de tu compañía-
llenar con nuestro olor las plazas
reconocernos de nuevo en la rutina de los días
admirar el descuidado vuelo de las aves
abandonar nuestro cansancio
bajo el abrigo protector de las copas de los árboles
y sentir, sin tu presencia
ese bullir inquieto de los pasillos de la vida
oculto tras el maternal humus
donde tienes prohibido el acceso para siempre.

Si pudiera sellar
todas las avenidas por donde como un fantasma huyes
recogerte
en alguno de esos rincones donde te acurrucas atemorizado
colmar de paz
el oleaje de tu pecho vagabundo…,

y llevarte de la mano hasta ese broche de luz
que secuestra los ojos de los hombres perdidos en el mar
y ahí dejarte
hasta que él cure las heridas
que tantos caminos han dejado en tu cuerpo.

Contempla, entretanto, el reino de Poseidón
en su infinita largura
el ir y venir despreocupado de los peces
paseando bajo la seda del agua;
escucha ese silencio vallado abisal
lleno de campanillas multicolores.

Deja que tus ojos agotados y secos
naveguen hasta los surcos alados de las gaviotas
juega con ellas anudado en sus zambullidas
vuélvete a la primera infancia, virgen aún de recuerdos
enciérrate allí
y, ya después, haz lo que quieras.

LUZ (II)

Recibo
aún temprano
tu mirada adolescente
que va cubriendo nuestra herida mortal
sin curarla
alumbrándola de esperanza

Entras gorjeando con tu capa alada
saludando los contornos
sin resquicios
arrastrando las sombras a su despeñadero.

nos invitas a salir
igual que ayer
a nuestros caminos
y a nuestras cosas abandonadas
sólo hasta donde tú nos marcas.

Un entretanto que estamos viviendo
envejeciendo un poco más
como esa flor ausente de sí misma
como esos pájaros ansiosos de alimento
pellizcados en su vuelo.

Nos dejas
nos ves
desordenados y confusos
con nuestras propias sombras tropezando
hasta que llega con tu permiso
la noche

que rompe tu presencia

LUZ

Llegaste a mí
océano luminoso
te trajeron como llegan los silencios
sin ropaje, rumores
vacía de materia

savia fecunda transportando la vida
sobre tu cuerpo alado, ligera como el rocío…;

¿qué hiciste con nosotros?
esta arcilla ingrávida
aturdida aún en las manos del alfarero
la abriste en canal
enroscándola en todos los pliegues
de lo antes oscuro

nuestro templo gris
desnudo y frío en su penumbra
todavía en trance de creación
hojas perdidas sin árbol genealógico
ni raíces
en la negrura infinita del caos
ve de pronto encendida su primera mirada admirativa
(todo como un regalo ante los ojos)
y con ella los primeros movimientos
la vasta red de objetos laberínticos
que le obliga a pensar
escoger
distinguir
situarse entre las sombras

y crece la palabra poniendo nombres a las cosas

simas
montañas
mares
el espacio de las aves,
la tierra que se toca con las manos
habitada por árboles desplegados hacia el cielo
animales en aparente abandono
buscando su sustento
los ríos como sangre circulando
empujados en su huida
inundados de ti

y esos otros caminos donde crece la piedra
urdidos con alambre forjada para encuentros
y desencuentros
galerías bulliciosas cimientos del babel futuro

tu destino es llegar
estar
ceñirte con nosotros
leernos en tu presencia
congregándonos como un atento vigía
romper nuestro silencio

todo lo ocupas tú
ayúdame a entenderte
saberte plena en tu antorcha encendida
hasta ese momento en que pueda volar
para posarme allí donde no alcance la noche

MIENTRAS TE SIGO ESPERANDO

Y yo que te conté tantas cosas
mientras vigilaba tus sueños
mi pequeña niña,
mujer imposible para mí

En el malecón de tus versos
esperándote…;
cuánto frío estoy recogiendo.
Pero me decía a mí mismo
hoy vendrá desde allá lejos
despeinada, alada
mi amazona incansable

Todo para ti arreglado
repasados todos los detalles
hasta los besos
en la cima de mis labios
como ascuas aguardándote.

Me dijiste sobre el papel
te amo, a nadie más amo,
y me lo creí

Volveré –también me dijiste;
por eso permanezco aquí
donde quedamos aquella tarde,
con la ventana entornada
por donde sigue entrando
el frío, ¿eres tú?

Si supieras las veces
que he deshojado tus versos
desnudándolos con cariño
igual que a una cebolla
uno a uno, despacio…
y los he leído…, y los he llorado…

mientras te sigo esperando

AMOR, SIGAMOS BAILANDO

Sí, es primavera recién entrada,
lo digo por vosotras
que la tenéis tendida en vuestros ojos.
Tiempo de parques
con niños dueños de estanques,
con los cisnes acompañando
su andar blandengue
los tibios entresoles de la tarde.

La música reclama su espacio
altanero y vibrante.

Si te digo, mujer,
que la plaza es una llama
con múltiples cabezas girando festivas,
voces como luciérnagas
animando bancos y paseos
sobre todo jóvenes y niños
con madres preocupadas...

Cómprame un helado, me dices.
Me acerco al carrito
y le digo al heladero
que sean dos de turrón con pasas
en cucurucho.

La plaza está alborotada
jubilosa
con las madres corriendo tras los niños
que dan de comer a los patos.

¿Te acuerdas que bajo este árbol
tú y yo nos dimos el primer beso?
No me digas los años que han pasado.

Amor, sigamos bailando

ESQUELA PARA UN VIVO

Era un hombre feliz
-eso aparentaba por lo menos-.
Tenía bien ensayada la mano alzada
(sobre su pechera la otra)
para enviar y agradecer los saludos.
Cabello y zapatos charolados.
Perfumaba sus hombreras
con Blue Jeans de Versace…

Siempre el don, señor
diga usted, lo que usted diga
por donde él pasaba.
Vivía en un jardín:
no oía más que gorjeos de pájaros
a su alrededor.
“Eres…, eres…, oh tú…
Su disco preferido, “la novena”;
sobre todo, el último movimiento
que tarareaba
bajo el foco lluvioso de la ducha.

En su tarjeta de visita:
Excmo. Sr. D. …….
y en rojo, con relieve,
el listado de sus méritos.
Familia, amigos, casa,
situación económica…
-perdonadme que me salte el orden de valores-
en perfecto estado de revista.
Como un amante fiel
“el móvil”, sin descanso, velaba sus secretos.
Cuidaba mucho todos los detalles.

¿Entonces, qué?
Alguien, no se sabe quién,
dicen que “desde arriba”
tachó su nombre y apellidos.
Y todos entendieron el mensaje.
Aquel “superhombre” besado
hasta entonces por la Fortuna,
de repente
empezó a sentir frío sobre sus hombros
murmullos acusadores
arrogancia en las miradas
muchos espacios libres por donde él caminaba.

Hasta los suyos, los más suyos
le decían atrevidos:
Pues tú, ¿qué te habías creído?
En su casa
el silencio le hiere como un puñal.
¡Papá, qué sucia llevas la corbata!
Y a la hora de su paseo solitario
encorvado y deprimido
hasta las mismas hojas de los árboles
ovilladas en el suelo
se apartan desconfiadas a su paso