cuando me das los buenos días, aún sin vestirte
cuando abres para mí la luz de tus ojos
recién levantada
cuando curvas despacio tu cuerpo para sentarte
cuando te agachas, atrapada en tu falda
mostrando prietos los bucles de tus rodillas
cuando te vuelves al desnudarte
cuando tu pecho oprimido y transparente
desea liberarse de ti mientras caminas
cuando elevas inconsciente tus brazos
para cintar tu pelo molesto con el viento
cuando en susurro me dices “qué haces”
y te dejas hacer
cuando mirándome dulcemente
me dices “quita esas manos”
cuando acostados los dos
me hablas de tus cosas
cuando te rindes a mi insistencia
y mis labios están a punto de alcanzarte
cuando la cremallera que modela tu espalda
necesita de mi ayuda
cuando tus dedos afilados y níveos
se adormecen trenzados en los míos
cuando tu cuerpo, en mi lecho dormido
lo abrazo yo, aún despierto
cuando abres para mí la luz de tus ojos
recién levantada
cuando curvas despacio tu cuerpo para sentarte
cuando te agachas, atrapada en tu falda
mostrando prietos los bucles de tus rodillas
cuando te vuelves al desnudarte
cuando tu pecho oprimido y transparente
desea liberarse de ti mientras caminas
cuando elevas inconsciente tus brazos
para cintar tu pelo molesto con el viento
cuando en susurro me dices “qué haces”
y te dejas hacer
cuando mirándome dulcemente
me dices “quita esas manos”
cuando acostados los dos
me hablas de tus cosas
cuando te rindes a mi insistencia
y mis labios están a punto de alcanzarte
cuando la cremallera que modela tu espalda
necesita de mi ayuda
cuando tus dedos afilados y níveos
se adormecen trenzados en los míos
cuando tu cuerpo, en mi lecho dormido
lo abrazo yo, aún despierto
Exquisio Javier, tienes una deliciosa manera de escribir que cautiva
ResponderEliminarUn abrazo
Satella
Gracias, querida Carmen, por tu afecto y tu presencia, que siempre es un bálsamo para mí.
ResponderEliminarUn beso
javier